martes, 1 de septiembre de 2009

Historia de los meses (7) Septiembre. Almanaque de la Madre de Familia de 1927



LÓGICAMENTE este mes se llamó Septiembre (September) cuando ocupaba el séptimo lugar en el primitivo calendario romano.
Sin más razón que la de haber sido el séptimo, continúa con su nombre ilógicamente desde el punto y hora en que, por virtud de la reforma introducida por Numa y por los decenviros, Enero y Febrero quedaron colocados a la cabeza del año y Septiembre descendió hasta el noveno puesto. En justicia y en verdad, razonablemente le corresponde el nombre de Noviembre.
Pero la denominación de Septiembre es intangible, inmutable; contra ella no han logrado prevalecer cambios, alteraciones ni reformas.
Desde que Roma hizo a Julio recordador del gran Julio César, y desde que Augusto se afanó hasta obtener que Agosto perpetuase su memoria, los Emperadores sucesivos experimentaron la ambición de que se les rindiese el homenaje de dedicarles un mes.
El Senado llegó a acordar que Septiembre recibiese la denominación de Antonio; pero el pueblo, sin previo acuerdo, resolvió unánimemente no emplear el nombre que pretendía imponer el Senado, y como el uso general es ley con mayor fuerza que la votada por un Parlamento, Antonio sucumbió
en el olvido y Septiembre permaneció y subsiste. También se pensó en bautizarlo bajo la advocación de alguna divinidad gentil; se propuso llamarlo Vu1cánico, por estar consagrado a Vu1cano, el genial herrero que construyó el palacio del sol y el trono de Júpiter, el dios claudicante a consecuencia de la caída que sufrió al ser expulsado del Cielo, donde no le quisieron para no sufrir el espectáculo de su fealdad. Pero no se realizó el propósito de llamar Vulcánico al mes de Septiembre, ni tampoco el de denominarlo Protector, por solemnizarse en él a los tres magnos protectores de Roma: Júpiter, Juno y Minerva.
Quedóse, pues, con su nombre, y fue en la época romana un mes muy festivo: comenzaba celebrando homenaje a Júpiter Tonante; a continuación se regocijaba con los grandes juegos romanos -en obsequio a los tres protectores antecitados- consistentes en representaciones teatrales, naumaquias, carreras y espectáculos de circo; luego era el “Lectisternium”. Espléndido banquete en el templo Capitolino, al que asistían, representados por sus estatuas, los tres dioses profetas. Y, en fin, terminaba con la fiesta votiva a Venus génitrix.
Los artistas han representado a Septiembre bajo la figura de un mocetón entre toneles, pámpanos y racimos.

1 comentario:

pedro a. cruz cruz dijo...

Me parece muy interesante todo lo que nos has contado. saludos.