domingo, 6 de diciembre de 2009

General Espartero: Traslado de los restos del general y su esposa al mausoleo de la iglesia de Santa María de la Redonda.-30/08/1888 Casa del general


Casa del general Espartero de fotografía que tomé en los 80 y publicada con otras




(Reposición del Post por interés del anterior)

"LOGROÑO.
Traslación de los restos mortales del general Espartero y de su esposa al mausoleo de la iglesia de Santa María la Redonda.

El día 30 de Agosto último, víspera del aniversario quincuagésimo del convenio de Vergara, se verificó en Logroño la tras­Iación de los restos mortales del capitán general D. Baldomero Espartero y de su esposa Dª jacinta Martínez Sícilia, príncipes de Vergara, desde el cementerio de la ciudad al mausoleo de la Iglesia de Santa María la Redonda. (Véase la Crónica general del número precedente. La vemos a continuación:

Los restos del general Espartero y de su esposa, que falleció antes que él y que descansaban en el cementerio de Logroño, han sido trasladados a su panteón definitivo en la iglesia de Santa María la Redonda de la citada capital, en donde el que fue Regente del reino había fijado su retiro desde que renunció a la vida pública. La ceremonia de la traslación fue muy solemne: para tributar los honores militares al vencedor de Luchana, se había aumentado la escasa guarnición de Logroño, que cubrió la carrera; los balcones de las casas estaban enlutados; las carrozas mortuorias cubiertas de coronas, y todas las autoridades de todos los órdenes formaban parte del cortejo, que presidía el Marques de la Habana, el Capitan general del distrito, el Duque de la Victoria y otras personas allegadas. El epitafio grabado sobre la losa del sepulcro, contiene esta inscripción:
"Al general Espartero, pacificador de España, y á doña Jacinta Martínez de Sicilia, su esposa, erigió la nación este monumento. Afio MDCCCLXXXVIII."
El Príncipe de Vergara, primer Duque de la Victoria y Conde de Luchana, no sólo merecía ese tributo por la alta jerarquía á que llegó desde la mas modesta condición, y como personaje histórico, por haber sido Regente, sino porque en un periodo de su vida fue el caudillo más popular, en epoca de grandes divisiones y grandes entusiasmos. Su vida pública terminó en 1856. Su lema histórico, que podia ser el de su escudo de armas, cúmplase la voluntad nacional. Su valor, heroico. Su talento, escaso. Su suerte, extraordinaria. Su amor al pueblo, inmenso. Su lealtad á la monarquía constitucional, indisputable. Su modestia y sus virtudes cívicas, probadas en que supo rechazar su candidatura a la corona en tiempos en que no le hubiera sido imposible obtenerla y renunciar a todas las grandezas que le ofrecían las perturbaciones de los tiempos y la popularidad de su nombre.
Ese mausoleo, erigido por suscrición nacional y admirable­mente labrado por el distinguido escultor D. Juan Samsó (autor de la lápida sepulcral del arzobispo Yusto en la catedral de Bur­gos, de la estatua polícroma de la Inmaculada Concepción y de otras notables obras escultóricas, es un modelo en su género, por la severidad, sencillez y buen gusto que en él dominan.
"Consta de tres cuerpos (dice un corresponsal): el más bajo es una lápida de mármol, sostenida en cuadro por piedra tallada, que ostenta á ambos lados escudos de armas, y en la cual hay la siguiente inscripción:
"Al general Espartero, pacificador de España, y á doña Jacinta Martínez de Sicilia, su esposa, erigió la nación este monummto ­año MDCCCLXXXVIII" .
" El segundo cuerpo es de mármol, y tiene la forma de un pe­queño panteón de piedra; en la cara de frente hay un medallón sostenido por dos ángeles, que tiene en el centro los retratos, en bajo relieve, de los Duques; apoyándose en este segundo cuerpo, hay una estatua con el brazo derecho levantado, y con el dedo (índice señalando al cielo, y en la mano izquierda lleva en direc­ción al suelo una trompeta, cuyo fin se pierde entre el ropaje de la estatua, y rodeando los pies un trofeo de banderas y armas; el mármol es todo riquísimo de Carrara y de gran blancura, y todo este monumento está encajado en la pared en un arco regular, en cuya parte superior se lee: Sic transit gloria mundi."
Dióse principio á la ceremonia de la traslación por este or­den: cruz alzada y clero; carroza que conducía los restos de la Sra. Duquesa con numerosas y bellas coronas, y cuyas cintas lIevaban el diputado á Cortes Sr. Marqués del Romeral, el Presi­dente de la Audiencia, dos tenientes de alcalde, el Delegado de Hacienda, un diputado provincial, y el Sr. San Millán, de la fa­milia, presidiendo el Ayuntamiento, con el Alcalde á su frente y el Gobernador de la provincia, y cerrando la marcha un piquete compuesto de tropas de la guarnición: seguía después la magní­fica carroza que conducía al cadáver del Principe de Vergara, la cual estaba cubierta de bellísima coronas, y cuyas cintas lleva­ban jefes del ejército y los Sres. Montenegro y Marqués de San Nicolás, representantes de la Comisión ejecutiva del mausoleo; presidía la fúnebre ceremonia el Sr. Marqués de la Habana, acompañado del actual Duque de la Victoria, Sr. Montesinos, y de los Sres. Capitán general del distrito de Burgos, diputados provinciales, Presidente y magistrados de la Audiencia, repre­sentantes de todos los cuerpos del ejército, funcionarios públicos, y también muchas personas notables de la población.
El Sr. Marqués de la Habana, al ser colocado el féretro en la carroza, pronunció un elocuente discurso en honor del ilustre Pacificador de España, recordando sus virtudes cívicas, su valor, sus victorias, su patriótica abnegación y su noble modestia, y ter­minó con vigoroso y levautado apóstrofe al ejército español, estimulándole á que siga siempre por el camino del honor y de la gloria.
Cubrían la carrera los regimientos de infantería de Burgos y Albuera, un batallón de ingenieros y una batería de montaña; en las calles se agrupaba el público en compacta muchedumbre, y los balcones de las casas ostentaban colgaduras negras y de los colores nacionales; en la iglesia de Santa María la Redonda fue­ron colocados los féretros en suntuoso túmulo de paño negro recamado de oro y entre numerosos brandones y varios trofeos militares, y terminada la solemne ceremonia religiosa, los trans­portaron á la cripta del mausoleo y quedaron depositados en sus respectivos nichos, desfilando luego las tropas de la guarnición por delante del Sr. Marqués de la Habana.
Entre las coronas que cubrían el féretro del insigne vencedor en Luchana y en Morella, había una magnífica, regalada por S. M. la Reina Regente. y otras del mejor gusto, enviadas por el Sr. Marqués de la Habana y sus hijas, y por amigos y parien­tes del finado.
El grabado de la pág. 140 se refiere á esta fúnebre ceremonia, según croquis del natural remitido por D. Baldomero Sáenz, de Logroño: el dibujo de la parte superior representa la carroza que conducía los restos del ínclito Príncipe de Vergara; el de la parte central, la llegada de la comitiva á la portada del tem­plo; el de la parte inferior, el acto de rezarse el último responso enfrente del mausoleo, momentos antes de ser depositados los féretros en la cripta. "
Otras noticias que aparecen en el mismo número:
"El submarino Peral ha hecho con exito brillante las pruebas de sus aparatos de locomoción, navegando con ligereza en la superficie de la bahía de Cadiz, y ejecutando con precisión extraordinaria toda clase de evoluciones: tambien hizo el ensayo del lanzatorpedos, que funcionó como su autor habla calculado. Es decir, ha demostrado de un modo ostensible que el accidente ocurrido al intentar esa misma prueba por primera vez, y que aprovecharon tanto los enemigos de Peral, no tenia importancia, ni pasaba de ser un retardo debido a la mala construcción de un aparato. Sabemos hoy positivamente que el buque maniobra con primor, sin producir apenas estela al cortar el agua, y gira en todos sentidos, obedeciendo instantaneamente á su inventor, y que la carga de sus acumuladores le permite evitar muchas horas funcionando; y sabemos que el aparato destinado á lanzar los torpedos produce los efectos deseados. Por las pruebas hechas en el dique sabemos tambien que el aparato de profundidad actua sin inconveniente, sumergiendo y elevando el casco á voluntad ...")

La Ilustración Española y Americana, Agosto de 1888
He respetado ortografía y dicción de la época . Ver página Bermemar sobre el General Espartero

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