Esta fotografía en la que hay una lápida e inscripción con su autoría y ejecución , teniente coronel de Ingenieros Don Manuel de la Riva y López, quizás pueda aclararnos de cuál se trata. Según he podido informarme, las Madres Carmelitas estaban primero en Logroño, y solicitaron ser atendidas por Padres Carmelitas. Nombres de ellos en 1917, solicitada su asistencia en acta capitular de 23 de Octubre de 1917 por las Madres Carmelitas, fueron el padre Juan Vicente de Jesús y María, el padre José Miguel de la Virgen del Carmen y el hermano Pantaleón, según un libro localizado en internet sobre el fundador del Opus Dei de Andrés Vázquez de Prada. Podrían ser dos de estos de la fotografía (y hay un sacerdote ordinario) con mi abuelo y este, el de la foto, el convento de las Madres Carmelitas, que yo conocí en lo que después se convirtió en el hotel Carlton Rioja.
El de la carretera de Soria, por circunstancias personales, lo conocí en intimidad, y a cada una de sus madres carmelitas en coloquio a través de la reja de clausura. Tengo incluso la firma y dedicación con oraciones de una de ellas en los 60-70. Estaban informadas y con los pies en el suelo, pero con una visión diferente de los acontecimientos.
Conocí también la camándula de San Felices de Bilibio(Haro), , orden muy austera similar a los cartujos con un personaje entrañable que nos acompañó que había sido monje, Se llamaba Longinos y estaba relacionado con el colegio San José de los Maristas. Era una persona extraordinaria y especial...
Por medio de un amigo seminarista, conocí en Cóbreces, Cantabria, a los monjes cistercienses de la Abadía cisterciense de Portaceli y conviví en diferentes ocasiones, comprobando su gran memoria y vida interior de sentimientos, y me impresionó la visión realista y que estaban al día en los acontecimientos mundanos, uno con carrera de psicología que había estudiado en París y trabajando con marginados, incluidas las prostitutas de París... No olvidar lo que decían de Jesús los fariseos, que andaba con prostitutas y pecadores. Posteriormente visité a este monje en Zaragoza, tras haber meditado su vocación, y dedicado ya en otros asuntos e intentando aterrizar de otra manera en el mundo.
Vivimos en los 50 y 60 una gran revolución de costumbres, no sólo en lo religioso, sino en las costumbres y despertar político.
Seguiré haciendo balance de mis recuerdos, pues vivimos los de mi generación una gran metamorfosis desde la inocencia absoluta hasta lo que hizo posible el cambio político. Mi cambio fue también desde Logroño, lugar de nacimiento, para vivir más al sur.
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