sábado, 1 de noviembre de 2008

Lupe, como una madre para mi madre



El día que nací estábamos viviendo 6 personas en la casa de Vara de Rey: mi abuelo, mi padre (aunque tenía el trabajo en otra población lejana), mi madre, mi hermano Jesús, el futuro ciclista de la Peña Solera, yo recién nacido y Lupe. Ese mismo día murió mi abuelo, por la noche, y me conoció de día. Recuerdo a los demasiado jóvenes que entonces los niños nacíamos en la casa y los mayores solían morir en la misma.






Lupe fue todo: para mí una abuela y para mi madre niña , pues una madre, ya que la suya no tenía medios naturales de crianza, además mi abuela murió cuando mi madre tenía 10 años, y Lupe también cuando yo tenía 9 .

Para mi abuelo, Lupe fue la ayuda para llevar la casa adelante y terminar de criar a mi madre.

Era de Navarrete y era muy buena y muy especial para todos. Se había quedado viuda el año de la gripe, 1918, y necesitaba trabajar. Su hijo se quedó con los abuelos y cuando murieron, se vino con mi abuelo unos años y también vivió en aquella casa. Su nieto fue mi amigo en mi infancia. Murió Lupe cuando yo tenía 10 años y quiso morir en la casa de siempre.
Añado a esta entrada que Lupe aprendió a cocinar de mi bisabuela, la de El Heraldo de la Rioja, y Lupe trasmitió oralmente esas recetas a mi madre, que las escribió. Mi padre las copió a máquina e hizo un libro, que tengo, y lo utilizamos en ocasiones especiales.
Este es un recuerdo a los que se fueron para un día como éste, de Todos los Santos y víspera del Día de los Difuntos.
La fotografía de mi madre y mi abuelo la sacó el hijo de Lupe, cuya silueta se aprecia en la sombra de la foto. Está sacado en el salón comedor, aunque esté en penumbra.
La planta el acanto -nabo de salón en Logroño-, la he intentado tener últimamente como un símbolo, para los romanos era símbolo de resurrección; pero no he conseguido que me dure. Por lo general, esta planta todos los años se seca en verano y brota otra vez...

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