Mi madre tenía una vida social en su juventud muy plena en el Logroño de los años 30, pero conoció en el colegio a una amiga incondicional, que durante toda su vida la acompañaba, sobre todo en el día de su cumpleaños. Era alegre Leo, y sacaba el lado positivo a todo lo que le ocurría y hacía brotar sonrisas y carcajadas a mi madre...
La he visitado a sus 97 años en el geriátrico que la atienden, acompañada por su nuera, pues perdió no hace mucho a su hijo Javier. Me trasladé con mi madre, que falleció en 1991, a su alma gemela y ha sido una de las mayores satisfacciones de mi reciente visita a Logroño. ¡Qué Dios te bendiga, Leo!
Ataviadas para una representación en el colegio de las Agustinas |
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