jueves, 5 de marzo de 2009

Sagasta: Memorias de doña María Vinyals, Marquesa de Ayerbe, Grande de España y embajadora en Cortes extranjeras.- Revista Crónica 7 de abril de 1935

(Datos recogidos, ordenados y comentados por Matilde Muñoz)
“CAPITULO IX
Los politicos de la Restauración.-Sagasta.-Su carácter.-Su casa.-Su tertulia. - Sus amigos.
La anterior generación de políticos conservaba todavía aquella prestancia que parecía separarles y diferenciarlos un poco del resto de los mortales, y que ya se va perdiendo en nuestros días. Un político de la Restauración y de la Regencia era o solía ser un hombre enlevitado, que se “hacía una cabeza”, quiero decir que parecía ensayar ante el espejo su “facies tribunicia” y que todo lo fiaba en su elocuencia.
La política española es la que ha producido mayor número de oradores magníficos. Y no digo yo que la acción haya estado en correspondencia con las palabras: pero todo el atuendo exterior dejaba bien satisfecho a cualquiera.

Sagasta fué uno de los tipos más representativos y más significativos de la Restauración y de la Regencia. Su adhesión incondicional a la reina Cristina, que rayaba ya en idolatría, le hizo ser uno de los grandes pilares en que la augusta señora apoyó su prestigio. Influía en esto la casualidad de haber sido Sagasta justamente quien por su función política había estado encargado de presentar al nuevo rey ante los nobles, cuando éste nació, circunstancia que se daba por primera vez en la Historia de España. De este modo, si al destapar la bandeja de plata en que estaba el niño desnudo otras veces se anunciaba por el propio padre-”príncipe o princesa”, un político fué el realizador de esta misión delicada. y su anuncio solemne -que no dejó de hacerse con lágrimas en los ojos-fué éste: “Rey”.
La personalidad de Sagasta quedó vinculada a una incondicional fidelidad hacia María Cristina y sus hijos. Sagasta fué quien presidió el primer Gabinete de la Regencia y defendió-muy constitucionalmente, como la propia reina-la solidez de la Monarquía, que se hallaba en tan difícil trance.
No había propiamente en casa de Sagasta lo que pudiéramos llamar una tertulia política. Se reunían allí los amigos de don Práxedes en un gracioso y característico desorden, y con una libertad tan peregrina, que a veces un individuo que había ido simplemente a comer se pasaba allí tres o cuatro días. Nunca se sabía qué cubiertos había que poner a la mesa y de esto no dejaban de aprovecharse los pícaros. En cierta ocasión, uno de esos parásitos, mezclados a las verdaderas amistades, se estuvo comiendo y cenando en casa varios días. Al cabo de ellos, un poco extrañada por los ademanes del tipo, la señora del ilustre político preguntó a éste:
-Práxedes, este señor que está sentado a la derecha de Albareda,¿es amigo tuyo?
-No -respondió sencillamente Sagasta.
-Entonces, ¿por qué lleva viniendo una temporada?
-Sencillamente porque yo creí que tú le habías invitado ...
La hora del café era sumamente animada, pues muchos que no eran comensales acudían a casa de Sagasta para recoger el ambiente político del momento. De éstos eran Fernán Núñez y mi tío.
(...)”
Extracto del capítulo IX .
He respetado ortografía de la época: fué y no como ahora fue, por ser monosílaba y no aguda la palabra.
La Revista Crónica mezclaba política con glamour, belleza e ironía, como algunos semanarios que nacieron en la transición llevan haciendo durante años. Era más bien dirigida a señores que a señoras, aunque tambien hablaba de modas e intimidades femeninas. Tenía una gran calidad fotográfica y los últimos avances en fototipia.
Utilizaba el pretexto de la fotografía artística para representar a las damas ligeras de equipaje...
Las adquirí en un rastro en Fuengirola.

No hay comentarios: